Prometí a mi corazón,
no volver a sufrir por amor,
otra promesa en falso,
otro rato malo en mi interior...
se desvanece mi cuerpo
cayendo como peso muerto,
sobre la cama,
esa que vuelve a consolar mis lágrimas,
secándolas con la suavidad de mis sábanas...
cansada de subirme al estrado,
y que un juez dictamine a golpe de mazo
mi culpabilidad con su última palabra...
ignorándome,
sin creer en mi defensa,
sin escuchar mi verdad...
Condéname a una vida sin sus besos,
y ayúdale a buscar en otros labios
el sabor de mi inocencia...
el olor de mi paciencia...
dígale que mi único testigo
es mi corazón herido,
que aún cansado sigue dispuesto a subir al estrado,
para mostrar que está libre de pecado,
que puede tirar la primera piedra,
sin esconder su mano...
esa que se ha arrancado de sí mismo,
para lanzar ese trozo de roca,
y evitar que de nuevo lo cubriera entero
de dureza, fingiendo formar una nueva fortaleza,
una recubierta de hielo,
para sentir con frialdad,
nadie regala nada eterno...
y así...castígame,
bloqueando lo que quiere seguir sintiendo,
diciéndole que no le acompañará en su vuelo,
a la isla del nosotros,
porque sus alas se han roto...
como la roca en mil pedazos...
como mi corazón...
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